Luther King fue un hombre con muchas agallas, un hombre ejemplar, un hombre que cambió la historia, un hombre en el que todos debemos estar agradecido porque ganó una batalla sin guerra, sólo con sabias palabras. Aquí puede aplicar claramente el refrán de: "No levantes la voz; mejora tus argumentos".
Era de aplaudirse la forma en que el Museo de Memoria y Tolerancia plasmó la vida de Matin Luther King en una exposición, la cual era para todo el público, niños, adolescentes, padres y abuelos, puesto que los escenarios son interactivos, se puede jugar con la historia. Me refiero al estilo de colocar la celda, por poner un ejemplo. O la pared donde escribes cuál es tu sueño por el que tanto anhelas, ese sueño que por más lejano que parezca, se puede hacer realidad. Un aspecto de las obras que me llamaron mucho la atención fue el autobús que se ubica en la entrada de la presentación, pero el camión está ahí no nada más porque sí, sino que representa al transporte que ocupaban todos los negros en las marchas a favor de la propuesta de King.
El concepto de la exposición me parece muy bueno; el ambiente es inmejorable, pero lo que más produce satisfacción y placer en una persona, es el saber que no todos son libros y textos en el museo, sino que existe una balanza y un equilibrio demasiado importante. La creatividad en las obras es de asombro. El sentirte agusto en un escenario como tal, no cualquiera te lo puede garantizar. Si tuviera que poner una calificación a la obra sería un 10, sin pensarlo dos veces. Créanmelo.