Para contextualizar de una manera más específica, educación es un proceso en el cual es valioso transmitir conocimiento para el cambio positivo de actitudes y valores, entendiendo eso, sabemos que como todo proceso, llega a existir la desigualdad y el desequilibrio a la hora de transferir la sabiduría, al grado de generar desinterés en el aprendizaje haciendo crecer la ignorancia existente.
Con esto, hablar de calidad educativa nos expone que no se habla de un resultado tangible, sino de un proceso que pretende enlazar los conocimientos y aptitudes de los sombreretenses con un alto grado de actitudes positivas y que actúen en pro de la sociedad en que se desenvuelve; para ello, el gobierno se ha tomado el tiempo de crear reformas y modelos educativos que logren que los estudiantes crezcan a nivel personal y profesional aunque sin mucho éxito, pues a lo largo de la historia con la implementación de éstos métodos no se logran los resultados que se desean, ya que al momento de ponerlos en marcha se muestra una gran desigualdad con los estudiantes y una inequidad abismal con los recursos que se destinan, ya sean humanos, económicos y/o materiales.

Equidad e inclusión social, factores en la calidad educativa 

La mayoría de los países adoptan en sus políticas y leyes los principios de la Declaración de Educación para Todos, pero en la práctica existen distintos factores que excluyen y discriminan a numerosos alumnos del sistema educativo. A pesar del gran avance alcanzado en el acceso a la aún no se ha logrado  la universalización de la educación primaria, y persisten problemas de equidad en la distribución y calidad de la oferta educativa y en el acceso al conocimiento. En aquellos países en los que se cuenta con datos desagregados, los colectivos más excluidos son precisamente los que más necesitan la educación para superar su situación de desventaja o de vulnerabilidad; niños de zonas rurales aisladas o de extrema pobreza, niños indígenas y desplazados, y niños y niñas con discapacidad.
Las bases de una mayor igualdad se sientan en la primera infancia. Hay suficientes evidencias respecto de los beneficios que tiene la educación en los primeros años de vida para el desarrollo, y sus efectos preventivos y de equiparación de oportunidades. En América Latina existe una mayor conciencia sobre la importancia de la educación de la primera infancia que se refleja en un mayor desarrollo de políticas y en el aumento de la cobertura, aunque hay problemas de desigualdad en el acceso que afecta a los niños y niñas de medios socioeconómicos más desfavorecidos, del sector rural, de pueblos originarios o con discapacidad. 
Un mayor número de años de estudio es un factor que puede contribuir, aunque no es el único, a superar el círculo vicioso de la pobreza, ya que ofrece mayores posibilidades para acceder al mundo laboral y tiene una influencia positiva en la educación de los hijos. En todos los países ha disminuido el número de analfabetos absolutos aunque todavía hay 36 millones, de los cuáles el 56% son mujeres, y hay un alto porcentaje de personas entre 15 y 24 años con primaria incompleta. Es decir hay un alto contingente de personas en América Latina que no cuenta con las competencias mínimas necesarias para insertarse en la sociedad actual del conocimiento y acceder a puestos de trabajo dignos y productivos. 
El aumento logrado en el acceso a la educación secundaria, fundamental para asegurar mayores oportunidades de acceso al mundo laboral, también refleja inequidad. La cobertura en este nivel educativo ha sufrido avances en los últimos años pero todavía es baja en la mayoría de los países de la región, y la culminación de los estudios en secundaria muestra más desigualdades entre grupos sociales que la educación primaria.
Si bien aún no se ha logrado el pleno acceso a la educación básica, el mayor desafío en la región de América Latina y el Caribe es superar la desigualdad en la calidad de la oferta educativa y en los logros de aprendizaje. El aumento de la cobertura no ha sido acompañado de medios efectivos que garanticen la permanencia en el sistema escolar y la satisfacción efectiva de las necesidades básicas de aprendizaje de los estudiantes. Aunque han disminuido los índices de repetición y deserción, éstos siguen siendo altos, y afectan en mayor medida a los niños y niñas que viven en situación de vulnerabilidad; zona rural, pueblos originarios y contextos socioeconómicos desfavorecidos. Los recursos que se invierten en el alto contingente de alumnos que repiten cada año, alrededor de 5 mil 700 millones de dólares, podrían constituir un recurso muy valioso para mejorar la calidad de la educación para todos, especialmente si se considera el escaso impacto de la repetición en el nivel de logros de los alumnos y su efecto negativo en la autoestima de éstos. 
Los estudios internacionales comparativos sobre logros de aprendizaje también muestran una grave inequidad en la distribución del conocimiento. Estas evaluaciones pusieron de manifiesto que los niveles de aprendizaje de todos los alumnos en lenguaje y matemáticas son en general bajos, pero según los datos de la evaluación realizada por UNESCO los logros son aún menores en el caso de los alumnos que provienen de las escuelas públicas, ya sean urbanas o rurales.
Equidad e inclusión social en la calidad educativa \citep{g2006}.

Índices de Deserción en México

La secundaria en México padece de altos índices de deserción, sobre todo entre los sectores más pobres, y se ha convertido en el nivel crítico
de la educación mexicana tanto en términos de las oportunidades de vida y trabajo de los jóvenes como de la reproducción de la inequidad
en la escala nacional. Por lo tanto, la retención en barrios pobres se ha convertido en uno de los pendientes más apremiantes de la secundaria y en una importante medida de su efectividad.
Existen numerosos estudios sobre el vínculo entre el desempeño escolar en la primaria y la pobreza en México, pero hasta hace poco este nivel había sido algo descuidado por los investigadores.
En los últimos años, sin embargo, se han realizado varias trabajos en secundarias mexicanas, las cuales han iluminado el complejo vínculo entre el fracaso escolar y la pobreza. Se ha comprobado, entre otras cosas, que la reprobación (Meuly Ruiz, 2000; Blasco, 2001), los bajos ingresos familiares, la desigual oferta educativa (Martínez Rizo, 2002), la discriminación de género (normalmente sobre una hija) —sobre todo cuando hay niños pequeños u otros miembros del hogar que requieren los cuidados de un hijo mayor— (Parker y Pederzini, 1999) y el gasto familiar en educación secundaria (Bracho, 1997) pueden coadyuvar a producir el abandono de los estudios en sectores pobres.
Sin embargo, estos estudios han tendido a enfocar factores económicos, cognitivos y/o culturales, prestando comparativamente poca atención a las vivencias afectivas de los propios alumnos (Blasco 1998; Sammons, 1999; Morley y Rassool, 1999). En otros contextos culturales se ha dado mayor énfasis al papel que tienen las emociones y la afectividad en la prestación escolar (Hargreaves, 2000 y 2001; Noddings, 1992; Nias, 1997). Se ha reconocido que las emociones permean todas las organizaciones, inclusive las educativas, y que lo académico y lo afectivo están estrechamente vinculados en las escuelas. Asimismo, se ha constatado que un trato afectivo más ameno entre maestros y alumnos puede tener un impacto positivo en el desempeño, bienestar y retención de los estudiantes, particularmente los de secundaria (Sammons, 1999:84; Hargreaves, 1998, 2000, 2001; Martin, 2000).
En el caso mexicano se ha demostrado que las escuelas más efectivas combinan “un ambiente emocional acogedor y no discriminador con maestros bien preparados, dedicados y exigentes en cuanto a lo académico” (Martin, 2000:7). Se ha mostrado que la afectividad es un factor que puede influir de manera positiva en el desempeño escolar, siempre y cuando se combine con una mayor calidad de la enseñanza y ambiente escolares. Como lo expresa Shaw (1995, en Morley y Rassool, 1999:126): los sujetos académicos no son sólo recipientes de conocimientos, sino también “recipientes de sentimientos”\citep{blasco2003}.

Hipótesis

El problema clave en los bajos índices de la educación, viéndolo desde el punto local, no es la falta de recursos económicos, sino las ineficiencias y la mala asignación del gasto, así mismo los débiles incentivos para que los profesionales de la educación funcionen correctamente.
De cierta manera, la educación es la base fundamental de toda persona, por lo que nuestra necesidad primordial, es una educación de calidad que nos garantice un buen desarrollo en la sociedad; como municipio nos vemos afectados en la juventud, pues a los adolescentes ya no les apetece seguir estudiando en la localidad, por el problema antes mencionado, la falta de calidad y la desigualdad en la educación.
Dentro de las variables influyentes en los índices de educación se encuentran:

Metodología

Para el desarrollo y cumplimiento de los objetivos propuestos en este trabajo, se ha realizado un estudio cualitativo mediante la realización encuestas a dosfactores importantes que intervienen en la educación, como primer punto serán los alumnos, siguiendo los profesores. Mediante este acercamiento metodológico, se pretende estudiar la influencia de la calidad y la desigualdad educativa, para observar una imagen de las deficiencias a nivel local, en cuanto a la educación.  

Descripción de la muestra y procedimiento  

Los encuestados, están en contacto directo en el ámbito de la educación. Por ello, su opinión es muy interesante y valiosa para una primera estimación de la calidad y la desigualdad educativa en la cabecera municipal. Estas personas representan los principales actores de la sociedad en la educación.  
Con base a la fórmula \ref{eq:sedov} del método de muestra probabilística estratificada.