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Aprendizaje profundo: la respuesta está en el cerebro
Otro concepto relacionado que hay que conocer es el deep learning, o aprendizaje profundo, ya que se encuentra en la base del funcionamiento de estos programas. Esta serie de algoritmos trata de simular el funcionamiento del cerebro humano. Imita las redes neuronales de forma básica, de modo que se logra obtener conocimientos. El deep learning es solo un aspecto más del machine learning, pero cada vez está adquiriendo más relevancia.
Y es que detrás de todos estos conceptos sigue estando una motivación más simple: una mayor efectividad en la publicidad para conseguir más clientes, más productos o, en el caso de Google,
Facebook y similares, poder vender la propia publicidad a un precio mucho más elevado. Es decir, que la máquina supere al mejor vendedor y domine cómo dirigirse a las personas en cada momento, sepa qué quieren y conozca cómo llegar a empatizar con las necesidades de sus clientes al instante.
Siri, AlphaGo y otros ejemplos
Siri, de Apple, es problable que sea la inteligencia artificial con
machine learning más famosa del planeta. Por su parte,
AlphaGo, el superprograma de Google, ha logrado derrotar al coreano Lee Se-Dol, el campeón del mundo del juego chino
Go. La complicación del Go es tan elevada, con más posibilidades que átomos hay en el universo, que era normal pensar que una máquina nunca lo lograría.
En España también hay ejemplos. La empresa Ibenta tiene un software que permite responder dudas de forma "inteligente", basándose en la semántica. Al enseñar lo que significa cada palabra al ordenador, se logran mejores resultados que usando solo la estadística, como la fórmula de Google Translate, que no es especialmente buena al dar sentido a sus textos.
En definitiva, estamos viviendo un momento en el que los equipos informáticos ya no solo son fuentes de información inabarcables sino que, por sí mismos, son capaces de analizar, ordenar y adquirir conocimientos a través de ellos y de la experiencia del usuario con los mismos. El caso de AlphaGo demuestra que ni en los casos en los que se pensaba que la inteligencia humana no se podía reproducir es cierto. Las máquinas ahora aprenden y hacen todo lo posible por vender, y también por hacer a las personas la vida mucho más fácil, con grandes aplicaciones en sectores como la educación o, en especial, la sanidad.