Capítulo I - La mañana.
6:00 horas, suena mi alarma, días antes bajé una aplicación en donde, al sonar mi alarma debo despertar un conejo para así poder desactivar la alarma, a lo largo de mi vida estudiantil y laboral he buscado diferentes opciones para hacer de mi despertar una mejor experiencia, me considero más una persona nocturna que diurna. Busco mi celular para así poder encender la linterna ya que el interruptor de la luz me queda bastante lejos de la cama, me coloco las pantuflas de Blancanieves que tengo las cuales me regalaron ya hace nueve años en mi fiesta de XV años, pero siguen igual de confortables como el primer día, comenzando siempre por el pie derecho, tal vez esto sea una tonta superstición pero me siento más tranquila al hacerlo. Me coloco mi bata, tomo una cobija para así poder proteger del frío a mi hijo de 2 años que nuevamente se pasó a mi cama por la noche desde su pequeña cama, a decir verdad yo tampoco puedo dormir si no está él conmigo, cuando era soltera aborrecía dormir con alguien más y si otra persona se encontraba en mi cama sentía que el espacio no era suficiente así fuera una cama matrimonial necesitaba mi espacio y ahora la cama sin mi hijo me parece demasiado para mi sola, le doy los buenos días, le comento que es hora de irme a trabajar, he notado que al decirle esto por las mañanas aunque él siga dormido reduce el llanto que tiene a lo largo del día en mi ausencia. Traslado a mi hijo a la cama de mi mamá en el cuarto siguiente al mío, ya que es ella quien lo cuida mientras no estoy.
Entro al baño, me desperezo frente al espejo y realizo una actividad que comencé a implementar, el dar las gracias por tres cosas, situaciones o personas, abro la llave del agua caliente y espero unos segundos, me retiro las pantuflas, la bata y la "piyama" que uso, en realidad es algo gracioso, ya que tengo conjuntos de piyamas muy bonitos y cómodos pero mi ropa para dormir favorita es una vieja playera de fútbol de mi esposo, esto tal vez en mi subconsciente me hace sentirlo más cerca, entro a la regadera y templo el agua, me fascina tomar un baño por la mañana porque así siento que despierto más rápidamente y una idea mía es que si no me baño por las mañanas todo el día oleré a "cama" y no es que las camas tengan mal olor si no que simplemente no me es agradable estar todo el día así.
Me gusta comenzar por lavar mi cabello, lo lavo un día de por medio para evitar tanto maltrato, y el día de hoy le toca descansar de los químicos que contiene el champú, lo recojo en un moño lo más arriba de mi cabeza que puedo y lo envuelvo en un gorro de baño, comienzo por lavar mi rostro, me gusta comenzar de arriba hacia abajo porque así siento que la suciedad va cayendo hacia abajo, en mi rostro aplico una espuma limpiadora, y un exfoliante marca Bioré, tienen buena publicidad ya que me han hecho creer que gracias a que los uso, mi rostro será suave y terso. Continúo con lavar mis orejas, este es un lugar en donde pongo un gran empeño debido a que no puedo verlo a simple vista y me ocasionaría un gran bochorno el hecho de que estuvieran sucias, termino de lavar todo mi cuerpo y al final retiro la mascarilla exfoliante de mi rostro.
Cierro las llaves de la regadera, comenzando por el agua caliente para que caiga en mi cara un poco de agua fría y así cerrar mis poros, esto lo leí en un artículo de internet, realmente espero que rinda frutos, tomo mi toalla y comienzo por secar a toques mi cara, y así hasta llegar a los pies, los cuales seco con gran esmero, y me pongo nuevamente las pantuflas, no me gusta usar sandalias porque siento que mis pies quedan húmedos y con las pantuflas se secan por completo.
Tomo mi bata de baño y me envuelvo en ella, es color rosa con patrón de corazones blancos, normalmente esto sería algo muy femenino para mi, pero de un tiempo para acá me han comenzado a gustar las cosas así. Limpio el espejo del baño que se ha empañado por el vapor de agua caliente proveniente de la regadera. Tomo mi cepillo dental y le pongo un poco de pasta, mi sabor favorito es menta, porque la boca se siente muy fresca y limpia, cepillo mis dientes de manera horizontal debido a mis aparatos dentales los cuales he usado por un poco más de un año, mis dientes jamás estuvieron fuera de su lugar pero estaban ligeramente separados y existió la necesidad de unirlos, por estética.
Abro la puerta del baño y dejo la puerta abierta para que salga el vapor, tomo un trapeador y seco el agua que pude haber dejado por el piso.
Camino hacia mi cuarto con extremo cuidado de no resbalarme ya que en el pasillo no hay barandal y podría caer, durante años le hemos sugerido a mi papá poner barandal pero sus deseos son rehacer la escalera, es un cuento de nunca acabar.
Al abrir la puerta de mi habitación, prendo la luz, al aproximarme al tocador para continuar con mi rutina me quito las pantuflas y así mis pies queden al aire, tomo mis lentes de contacto y me coloco primero el izquierdo, ya tengo seis días usando estos lentes y aún me cuesta un poco el colocarlos, pero por alguna extraña razón es más mi batalla con el ojo izquierdo y es por esto que comienzo con el para no perder así más tiempo, el lente del ojo derecho es más fácil de colocar, mi decisión del uso de lentes de contacto es debido a todo un cambio personal que he estado experimentando, estaba esperando año nuevo para comenzar con ciertas cosas que quiero cumplir, pero decidí que no debía ser así, que puedo comenzar el día que sea, sin ser inicio de semana, mes o año. Después de colocar mis lentes, ahora puedo ver claramente, tomo mi tableta y la prendo en Netflix, regularmente por la mañana es el único momento en el que puedo ver series, así que lo aprovecho, me coloco crema humectante seguida algo de bloqueador, tomo mi cosmetiquera y procedo a maquillarme, el día de hoy me siento con ánimos de ir algo más natural, así que solamente enrizo mis pestañas con una cuchara, he de tener un rizador guardado en mi cajón, pero siento que el resultado es más natural con una cuchara, aplico una capa de rimel, no me agrada utilizar mucho maquillaje, según las creencias de mi abuela materna, esto da pie a que la piel envejezca más pronto, así que con rimel y labial me basta.
La noche anterior arreglé la ropa para así ahorrar tiempo, me visto lo más rápido que puedo, la temperatura ha bajado estos días, y es un horror soportar el frío.
Una vez vestida y arreglada, cepillo mi cabello, es lo último que hago para así darle tiempo de secarse un poco y sea más fácil cepillarlo. Me dispongo a salir de mi cuarto, tomo mi celular y mi toalla mojada para poder extenderla.
Bajo a la cocina muy despacio para no hacer mucho ruido con mis zapatos, pongo a calentar agua para prepararme un té verde, me he dado cuenta que esto ayuda en mi digestión, lo bebo mientras lavo un par de guayabas y una manzana para mi papá y preparo un licuado de leche de soya, papaya, avena y un poco de miel, al terminar mi té, sirvo el licuado en tres vasos, para mi papá, mi mamá y uno mío para llevar y poder tomarlo en la oficina.
El transcurso de la casa a la oficina es largo voy pensando en las cosas que haré al llegar a la oficina, en revisar mi agenda, desde que estudiaba en la preparatoria me ha gustado usar una agenda, soy una persona muy despistada y esto me ayuda a recordar las cosas por hacer durante el día y así poder tener un control de mi trabajo.
Paso alrededor de ocho horas en mi trabajo, soy la primera en llegar junto con mi papá, tenemos 20 minutos de tolerancia para llegar pero me gusta ser puntual, creo que se debe respetar el tiempo de los demás, al paso de los minutos mis compañeros van arribando a la oficina, todos deben pasar por mi lugar debido a que ahí se encuentra el checador, en éste debemos poner nuestra huella para que marque la hora de entrada, saludo a todos, intento tener una buena relación con todos, pasamos gran parte del día juntos y es mejor estar de buen humor y con una buena actitud. A decir verdad, me agrada de sobremanera mi trabajo, interactuar con las personas, saber que formo parte de algo grande, prefiero cuando hay mucha gente y así el día pueda pasar más rápido.
La televisión está encendida todo el día en la oficina en el canal trece, desde mi escritorio no observo la programación, pero puedo escucharla, se despiden del noticiero y comienza el próximo programa. Se escucha el sonido de Windows al apagarse, cajones cerrándose, llaves y comienzan a llegar a mis compañeros a checar la salida.
Capítulo II - La tarde.
Aproximadamente a las 15:30 arribo a mi casa, donde Samuel-mi hijo- me espera con os brazos abiertos, con una singular sonrisa y esos ojos gigantes que lo caracterizan, muchas personas dudan que sea mi hijo ya que no tenemos nada parecido, el es un pequeño de cabello rubio y muy delgado, con ojos grandes y pestañas largas y rizadas naturalmente, toda mi tarde la aprovecho para pasar el tiempo con él, comemos juntos, en la Licenciatura de Nutrición estudiamos el ciclo vital y al ver los casos de los niños preescolares, vimos que tiene brotes de crecimiento, son estos cuando el infante deja de crecer y necesita menos calorías porque el gasto calórico es menos, así que a esto atribuyo el hecho de que Samuel sea difícil para comer, ya que pasa días buenos y malos.
Esperamos que baje el Sol, mientras tanto jugamos con sus carros, con play-doh, a las escondidas o cualquier cosa que se le ocurra, es un pequeño con muchísima energía para ser alguien que no quiere comer adecuadamente, al bajar el Sol, salimos a pasear en bicicleta a la cual le adapté un asiento para poder llevarlo conmigo, me gusta salir así, y escuchar las pláticas de Samuel, todo le parece fascinante, quiere saber el por qué de todo, me gusta llevarlo a los juegos donde hay resbaladillas, columpios, y demás, verlo feliz y sin preocupaciones, después de un largo tiempo ahí, regresamos a la casa, le doy un baño junto con algunos de sus juguetes porque también necesitan baño según sus palabras. Le gusta pasar tiempo en su bañera, usualmente lo baño de pie en la regadera, pero en este tiempo de frío me parece mejor bañarlo en su bañera para que no se resfríe. Al terminar el baño lo envuelvo en una toalla de Mickey Mouse, quien era su personaje favorito hace tiempo, exageré un poco ya que junto con Roberto -mi esposo- le compramos muchas cosas de dicho ratón, peluches, almohadas, toalla, entre otras cosas y ahora las tiene en el olvido porque el juguete predilecto o favorito como el lo llama es por ahora, el rayo McQueen, personaje y temática de la cual he estado pensando en hacerle su fiesta de tres años, si no es que cambia de opinión pronto.
Ya en el cuarto, termino de secarle el agua y le retiro la toalla, y lo envuelvo en una cobija, y lo abrazo hasta que me dice que se le fue el frío y que ahora es un huevo, no sé a qué se deba esta idea, tal vez porque está envuelto, voy abriendo poco a poco la cobija y hacia el final, el grita: - ¡sorpresa! - . Le pongo su piyama que consta de un mameluco, con patrón de dinosaurios que le fascinan.
Capítulo III - La noche.
Después de un tiempo jugando y recogiendo el cuarto con Samuel, bajamos a cenar, es aquí cuando muestra más hambre, ya que siempre me pide le prepare una quesadilla,procuro hacerlo con muy poco queso ya que por ser lácteo puede caerle pesado en el estómago, se la come con tomate, que es su verdura favorita, al terminar me pide un poco de papaya, la cual previamente saque del refrigerador para que no esté tan fría, analizando esto, tal vez lo proteja demasiado para que no le dé un resfriado, pero hasta ahora me ha funcionado. Mientras Samuel cena viendo por tercera vez en el día Cars 3, me dispongo a lavar los trastes y limpiar la cocina, cuando termino recogemos los juguetes, tratando de hacerlo como juego para que Samuel coopere en esto, cada enseñanza que le doy intento hacerla en manera de juego para engañar al enemigo.
Nos despedimos de los abuelos -mis papás- Samuel reza con mi papá y le pide que lo persigne, de igual forma con mi mamá, nos subimos al cuarto contando los escalones, le ayudo a lavarse los dientes, si lo dejo solo tan solo se comerá la pasta dental, entramos al cuarto, le quito las pantuflas, ,lo subo a la cama y esperamos la llamada de Roberto para despedirse, después de una larga media hora de hablar con él, se despiden y es mi turno de hablar, hablamos de cosas triviales, saber cómo estuvo su día, qué tal el trabajo, etcétera, nos despedimos y colgamos la llamada. Le leo un poco de un cuento a Samuel, es un hábito que me gustaría que se le quedase de por vida, después de leerle el me cuenta una historia de su autoría, la mayoría de las veces terminan en que el dragón se come a un niño, un oso, un algo. Terminando el cuento conmigo aterrada para la diversión de Samuel, rezamos a su ángel de la guarda para que lo cuide y se dispone a dormir cansado de las travesuras vividas durante el día.
Al verlo finalmente dormido, saco mi laptop y comienzo a avanzar con mis tareas, ya que solo así puedo hacerlo tranquilamente sin que Samuel quiera ayudarme, guardo mi computadora, me desmaquillo, voy al baño y lavo mi cara, para mejorar mi piel, lavo mis dientes, regreso al cuarto, me pongo mi piyama y me acuesto a dormir, pidiendo a Dios que el día siguiente sea excelente, es algo así como meditación para mentalizarme y me voy perdiendo en mis pensamientos.