Al líder, al académico, al político de origen lituano que ha hecho carrera en la sociedad colombiana lo empezamos a reconocer desde que se atrevió en medio de una asamblea de estudiantes en un auditorio de la Universidad Nacional: se bajó los pantalones y nos mostró su blanco culo. Ese fue su lanzamiento al show político y mediático que vivimos en este bello y sagrado país, para utilizar palabras que el hombre del que nos ocupamos utiliza con mucha frecuencia.
Quizá lo suyo sean los símbolos ya por aquello de su formación matemática y filosófica, reminiscencia de la academia de Platón, o de los hermanos masones, que para el efecto es lo mismo. Eso nos ha querido mostrar desde su temprano exhibicionismo. Garrote y zanahoria, la vida es sagrada, o el eslogan que hizo carrera en un sector de la sociedad y se quedó quien sabe por cuanto tiempo: "yo vine porque quise no porque me pagaron". Todo muy bonito, todo muy bien puesto, frases que ponen a soñar a más de un adolescente y adulto joven, pues nos dejamos embaucar con palabrerías, más cuando juegan con nuestras emociones y ese poco sentido crítico que hemos adquirido.
El maestro Julian De Zubiría ha diagnosticado que la sociedad colombiana y su educación tienen un paupérrimo sentido crítico, debido a muchos factores que van desde las políticas públicas hasta una familia totalmente desinteresada por asuntos como el sentido crítico. Debido a esto somos "manejados" de manera absurda por todas las vertientes e ideologías. La derecha juega con el miedo y apela de manera cruda al coco disfrazado de Venezuela; los de la ola verde son menos evidentes y nos trastocan o trasmutan el cuento de la derecha y siempre hablan de inclusión, de vida, respeto y lucha contra la corrupción. Pero también de eso están lejos ellos, porque todos, como muchos políticos tienen rabo de paja. Y acá vengo a hablar de manera particular de Antanas.
Antanas viene recibiendo contratos de parte del gobierno Santos, de manera directa, sin licitación, sin pasar por un proceso transparente y ético. Quien habla de los recursos de todos, y quien asegura que estos recursos son sagrados, viene con el ejemplo a decirnos otra cosa. Porque aquel que recibe contratos por no poca cantidad de dinero, aunque el monto poco importa, de manera oscura y viene a darnos discurso de transparencia, no es precisamente un faro moral; no es el individuo que pueda ser el ejemplo a seguir de miles de muchachos que sueñan con ver un país con más igualdad y equidad, con más oportunidades mejor repartidas. En lo absoluto, Antanas es otro más del montón, otro como tantos que se han ganado un puesto en el All-stars colombiano.
No son pocos los que salen a defender a don Mockus, al que tiene una imagen de intachable, de ser un hombre libre y de buenas costumbres. Para mí nada más lejos de la realidad cruda y dura. El es tan sólo otro más con rabo de paja, con un cuarto lleno de esqueletos donde escarbar, y no el hombre que sirve de ejemplo para las nuevas generaciones.