Kazán, Rusia.
No eran reconocidos por su fuerza, o esa habilidad de arrastrar a su enemigo a la muerte demasiado fácil, o que su sangre hirviera conjugado con el veneno que nacieron. Inclusive muertos no dejaban rastro, quemando su cuerpo con esa sangre putrefacta hasta volverse carbón [1]. Su imperio escondido brillaba para aquellos que portaban el anillo de Malev. Eran reconocidos como tramposos y traicioneros, sin embargo, ¿cómo iba a juzgarlos? Si de un juego se trataba éste mundo, donde nadie sospechaba del más allá de cuidar y proteger su propia familia, escondiendo secretos unos con los otros, haciendo trampas cuando creían que nadie miraba. Ojos inquietos cuando de culpa se trataba. Reconocidos por ser traicioneros entre familia pero pomposos cuando de mostrar fuerza y juntarse y jactarse de sus victorias. Arrastreros cuando la derrota se veía y se escabullían protegiendo su veneno para el futuro.
¿Pero qué ocurría con ellos? ¿cuál fue su culpa?
— Señor Vasíliev —. bajo la densa capa de potencia y ansiedad es como observé una silueta extraña desde su espalda hasta que decidió observar sorprendido sobre el hombro —. Es un placer verlo de nuevo, después de dos muertes que fueron a su honor, sin embargo —. comúnmente observar levemente abajo era habitual por estatura, pero la familia Vasíliev siempre fue de gran estatura, pero verlo trabajar con el poder negro tenía sus consecuencias si no sabías dirigir las consecuencias al anillo de Malev.
Darle la mano sin decir alguna palabra fue una bienvenida que agradecía tener, su miedo dictaba sabía que mi retorno era conocido. ¿Qué tanto había esperado para ello? Esperaba que demasiado. La agonía era un juego de placeres.  — Buenas noches, Edward, de familia de traidores, bastardo de los Imperios  —. Recordaba aún en ese sentido del humor, el que las palabras que buscaban herir de la familia Vasíliev era conocida como veneno, dado la procedencia de su poder  —. Escuché que vendría por aquellos que buscaron la paz en los siglos pasados, y buscarías la venganza por el nombre del Poder Negro, pero escucha bien, Edward —, observar el coraje implantado en sus ojos negros, alterados bajo su segunda piel escamosa, la dureza con el que intentó estrujar mi brazo por un momento, era saber que nunca sentí el Imperio Serpiente bajo el merced del miedo, la inquietante ansiedad de arrastrarse lejos aún sabiendo que no existía un buen escondite para el Poder Negro. Todos caerían igual que el Imperio de los venenosos.  —   morirás inclusive antes de pensar en meterte con mi Imperio. Te recordaré cómo acabé con tu miserable hermano mayor como tu madre, quien siendo la puta que era dio